VERANO CON MASCARILLA


Llega el mes de julio, con él las altas temperaturas y por lo tanto el riesgo de sufrir golpes de calor. Si a esto le sumamos la obligatoriedad del uso de la mascarilla y todo lo que conlleva la “nueva normalidad” puede que el calor veraniego se nos haga aún más cuesta arriba si cabe. 

   La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología nos recuerda que las personas mayores de 65 años tienen una sensación reducida de calor y por lo tanto se protegen menos. Además disminuye la impresión de sed, con un alto riesgo de deshidratación, sobre todo en personas con enfermedades neurodegenerativas, sobrepeso, enfermedades crónicas o los que toman medicación.

Recomendaciones para prevenir los golpes de calor o hipertermia de la  Sociedad Española de Geriatría y Gerontología:

  • Tomar muchos líquidos. La falta de sed es engañosa, por lo que se debe consumir agua, infusiones, zumos de frutas aunque no se tenga la sensación de sed; y evitar el consumo de bebidas alcohólicas.
  • Realizar comidas ligeras, evitando así las digestiones pesadas.
  • Evitar la exposición al sol cuando las temperaturas son elevadas, sobre todo en las horas de mayor intensidad (12-16 horas) y con una humedad relativa alta (mayor del 60 por ciento).
  • No realizar ejercicio ni deportes que aumenten el esfuerzo y la sudoración en momentos de calor.
  • Mantener la casa fresca y ventilada.
  • No permanecer en vehículos estacionados o cerrados.
  • Evitar llevar ropa ajustada y elegir tejidos ligeros, como el algodón y de colores claros, preferentemente.
  • Es recomendable, además, el uso de sombreros o gorras que protejan nuestra cabeza del sol.

Este verano, aparte de seguir todas estas indicaciones al igual que en los anteriores,  hay que tener en cuenta que añadimos nuevos riesgos. Las mascarillas pueden mitigar la propagación del virus COVID-19 pero también provoca un estrés adicional en nuestro cuerpo generando un exceso de sudoración y, por tanto, aumentando el riesgo de sufrir una deshidratación.

Además de su uso, las normas y restricciones que conlleva esta nueva normalidad en la que nos encontramos, pueden resultar especialmente complejas de cumplir para una persona con demencia. 

Por ello desde la Fundación Pasqual Maragall nos ofrecen una serie de consejos para manejar la nueva normalidad en la que nos encontramos de la mejor manera posible:

  • Uso de mascarilla. Llevar algo cubriendo nariz y boca suele resultar incómodo y a la persona con demencia le puede resultar difícil inhibir la tendencia a quitársela. Con el objetivo de que se habitúe a llevarla y a verla en otros, puede utilizarse a ratos en casa (tanto la persona con demencia como nosotros), procurando hablar y hacer cosas con normalidad mientras se lleva puesta.
  • Nuevas formas de saludar. Hasta que podamos recuperar los besos, abrazos y apretones de manos como formas de saludo, hay que recurrir a alternativas que eviten el contacto físico, como saludar con un movimiento de la mano o las nuevas modalidades surgidas a raíz de la pandemia, como chocar los codos o los pies, algo que también podemos practicar en casa. 
  • Higiene de manos. Las autoridades sanitarias advierten de la importancia de minimizar el contacto con objetos, particularmente fuera de casa, y evitar tocarse la cara, por el riesgo de infección por coronavirus que conlleva no cumplir estas condiciones. La recomendación de usar guantes ha ido cayendo en desuso por la falsa seguridad que puede comportar, favoreciendo un mayor contacto con objetos y una arriesgada relajación al respecto. Por eso, es preferible procurar evitar que la persona con demencia toque cosas (dándole nosotros la mano, por ejemplo) y llevar encima un bote de solución hidroalcohólica y facilitarle el lavado de manos con ella cada vez que sea necesario. 
  • Procurar que la persona con demencia salga acompañada. Aunque antes del estado de alarma saliera sola porque su fase de la enfermedad lo permitiera, ahora hay que atender a los cambios del entorno que hemos referido antes, además de a toda una serie de restricciones y normas que le pueden resultar particularmente complejas y favorecer su desorientación, o incluso generarle alguna situación desagradable porque alguien pueda recriminarle alguna conducta que contravenga las normas establecidas. En cualquier caso, para minimizar riesgos si se desorientara, es importante que lleve encima algo que facilite su identificación, desde una fotocopia del DNI a una pulsera, o una placa en una cadena con su nombre y un teléfono al que pueda llamar quien le preste ayuda. 
  • Integrar las salidas en las nuevas rutinas. Tras la ruptura con las rutinas habituales que sobrevino con el confinamiento, probablemente habremos generado unas nuevas, adaptadas a esta situación. Ahora ha llegado el momento de reincorporar las salidas a la calle en la programación de actividades a realizar en el día a día y procurando darle un mayor protagonismo a la actividad física de la que le pudimos dar estando confinados en casa. 

AFAMSO

Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Madrid Suroeste

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