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LA CARTA DE MIGUEL

 
Miguel Morales Quintana es vocal de la Junta Directiva de AFAMSO. El 29 de agosto falleció su madre, afectada de Alzheimer y Parkinson. En enero de este año escribió una carta en la que expresaba un problema compartido por todos nosotros: la desidia de las administraciones públicas a la hora de proveer de recursos que permitan una vida digna para las personas afectadas por la Demencia y sus familias.

Con su permiso publicamos su carta, con la que vamos a empatizar inmediatamente, pues todos los que hemos vivido esta situación nos vamos a sentir identificados. Dedicado a la memoria de su madre, María Quintana García.

Móstoles, 7, enero, 2014.-

Señores: Concejalía de asuntos sociales, Secretario, Alcaldía, Presidente de la Comunidad, a quien corresponda:

Comunicarles que mi querida madre falleció el pasado 29 de agosto sin recibir ninguna ayuda por parte de la Comunidad de Madrid; la primera solicitud que hicimos fue para que le asistieran en las tareas del hogar, puesto que sus condiciones físicas aunque mermadas, le permitían cierta autonomía. Ustedes contestaron que se le reconocían sus derechos pero carecían de fondos para prestar dicho servicio. La señora Presidenta por aquel entonces (de nombre para olvidar) Esperanza declaró que la partida económica para la Ley de Dependencia en Madrid y que el Gobierno Central de turno ponía a su disposición era innecesaria, puesto que ella tenía muy bien atendidos a los mayores. El tufo político que desprendía tal declaración olía a distancia, se trataba de utilizar un colectivo vulnerable como arma política salvaguardando esos votos para que no fueran rehenes agradecidos de la otra opción electoral. De vergüenza. En la segunda solicitud (ya mi familiar vivía conmigo aquejada de Alzheimer y Parkinson), la estrategia como en tantísimos casos, fue la dilatación en el tiempo, una metodología canallesca de aparcar los «problemas» que se irían solucionando de forma natural, o sea con la muerte.

Pues bien señores, les deseo de acuerdo con su ideario político-religioso que ardan eternamente en los infiernos. Mi madre murió atendida en la medida que su hijo pudo, sin recibir atención por parte de los estamentos públicos como hubiese sido lo preceptivo. Ustedes le hurtaron calidad de vida y eso nunca se lo perdonaré no tanto por mí como por su memoria.

Si tienen algo de sensibilidad, que lo dudo, preocúpense de ese colectivo en el centro «Ramón Rubial» en la calle Azorín de Móstoles, donde unos profesionales con más voluntad que medios trabajan para paliar el agujero, la dejación que políticas miserables y antisociales causan en estos enfermos.

Sin ninguna consideración:

Miguel Morales Quintana.-
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