Uno de los momentos que más dificultad presenta a la hora de cuidar a un enfermo de Alzheimer es la hora del baño. Es una de las actividades de la vida diaria que más enfrentamientos provoca. El miedo, la inseguridad, creer que ya se han bañado e incluso la propia dejadez que en muchos casos acompaña a la enfermedad, dificultan que esta actividad tan importante se desarrolle de forma satisfactoria.
Una de las primeras cosas a tener en cuenta es cuáles eran los hábitos y costumbres del enfermo. Si el baño lo realizaba por la mañana o por la noche, si prefería ducha a bañera e incluso si tenía un jabón favorito. Siempre, dentro de nuestras posibilidades, intentaremos respetarlo.
Es conveniente que el lavado se realice siempre a la misma hora y de la misma forma. Las personas necesitamos seguir una rutina para sentirnos seguros y tranquilos en nuestro ambiente. La misma rutina nos da seguridad y por eso es tan fundamental.
Y hablando de ambiente, podemos mejorar mucho la hora del baño si lo preparamos con antelación, sobre todo en enfermos que se muestren reacios a bañarse. Debemos procurar que no haga frío en el baño, que la luz sea la adecuada y que la temperatura del agua que vamos a usar sea agradable para el enfermo. Teniendo siempre en cuenta que el baño es una de las actividades más íntimas y en la que nos sentimos más vulnerables por lo que debemos ser respetuosos para evitar posibles situaciones de ansiedad e incomodidad.
Y sobre todo, recordaros que aunque el enfermo cometa pequeños fallos al realizar la actividad debemos dejarle. De no hacerlo estaremos restándole independencia en lugar de potenciarla.
Pasando a nivel práctico y teniendo en cuenta el nivel de dependencia en el que se encuentre la persona enferma podemos proceder de la siguiente forma:
En enfermos que aún conservan autonomía, reforzaremos de forma positiva cuando se bañen y estaremos pendientes de observar posibles problemas. Nos fijaremos en si huele o no a jabón, si los productos de higiene se están usando…
Si lo necesitase podemos supervisar la actividad, incluso apoyándole con indicaciones verbales del tipo de “echa jabón en la esponja”, “frota tu brazo”… siempre con refuerzo positivo y desde la calma evitando agobiar con demasiadas instrucciones. Podemos usar también el modelaje realizando nosotros la actividad desde fuera pidiéndole que nos imite.
Si fuera necesario podemos incluir una ayuda física, ayudándole a realizar los movimientos, llevando su mano a la cabeza o ayudándole a frotarse con la esponja. Siempre intentamos acompañar el movimiento con la indicación verbal de lo que estamos haciendo. De esta forma la persona no se sentirá tan invadida por nosotros y favoreceremos la calma.
Llegado el momento en el que la persona no conserve autonomía y/o necesite de gran ayuda física por parte de su cuidador incorporaremos productos de apoyo como grúas, sillas de bañera o ducha.
Ante la negativa a bañarse por parte del enfermo vuelvo a recordaros la importancia que tiene la tranquilidad, la confianza y el ambiente, aspectos anteriormente citados. Evitaremos provocar más conflictos y mayores problemas conductuales aproximándonos con mucho cuidado e indicando en todo momento lo que vamos a hacer para darle de esta manera una mayor seguridad. Si la negativa persiste debemos intentar ser flexibles. Podemos probar en otro momento o realizar el lavado de otra forma, por partes por ejemplo en lugar de usar la bañera.
Existen en el mercado ayudas técnicas y productos de apoyo que pueden ayudarnos a simplificar y facilitar la tarea del lavado. Existen bloqueos del grifo para que la temperatura del agua siempre sea la apropiada, usar productos que sirvan para lavarnos tanto el cuerpo y el cabello, esponjas de mango largo para facilitar el acceso a todas las partes del cuerpo, barras de apoyo y asideros que nos ayudaran a que el enfermo se sienta más seguro durante el baño, y por supuesto asientos de ducha o de bañera y grúas como os he citado anteriormente.
Si necesitáis mayor información o tenéis alguna duda, en la asociación estamos dispuestos a escucharos.
Rocío Ramos Santos
Terapeuta Ocupacional AFAMSO