PREVENCIÓN DE CAÍDAS EN EL ADULTO MAYOR

La OMS define las caídas como uno de los síndromes geriátricos más importantes por la elevada incidencia en este sector de la población y, sobre todo, por las consecuencias que acarrean y las repercusiones que provocan en el anciano.

Cuando coloquialmente se habla de caídas en personas mayores tendemos a pensar que es algo frecuente e irremediable. Pero  las caídas no deberían considerarse como  algo normal e intrínseco de la edad avanzada y en un porcentaje elevado se podrían llegar a evitar.

¿Qué factores predisponen las caídas?

En primer lugar, cuando una persona se precipita al suelo deberíamos  acudir al médico para descartar factores intrínsecos como pueden ser los trastornos de la marcha, neurológicos, de la fuerza muscular,  cardiacos, alteraciones sensoriales o alguna patología aguda puntual (como por ejemplo fiebre).

Un aspecto importante a tener en cuenta es que durante el año después de la primera caída existe un elevado riesgo de sufrir una segunda.

Además está demostrado que las personas que presentan deterioro cognitivo tienen un mayor riesgo de caerse y sus consecuencias son más graves. Existiendo cada vez más evidencia de que ciertas capacidades cognitivas como la atención y algunos tipos de memoria son vitales en la regulación correcta de la marcha.

Por otro lado estarían los factores de riesgo extrínsecos que son corregibles en su mayoría,. Entre ellos podríamos incluir todas aquellas costumbres peligrosas que se llevan a cabo día a día como el caminar descalzos, subirse a taburetes, realizar movimientos y giros bruscos,  llevar una dieta poco equilibrada o el sedentarismo.

Otros factores a tener en cuenta son las barreras arquitectónicas tales como suelos resbaladizos o alfombras.

¿Qué consecuencias pueden acarrear estas caídas?

La mayoría de las caídas producen lesiones traumáticas leves. Aún así las lesiones leves de partes blandas pueden tener repercusiones funcionales importantes y precipitar discapacidades. Otras de las consecuencias podrían ser fracturas óseas, traumatismos craneoencefálicos o el síndrome postcaída (temor a volver a caer que puede provocar limitación en la realización de las actividades cotidianas)

¿Se pueden prevenir?

Cada vez se están haciendo más esfuerzos para intentar disminuir el binomio adulto mayor – caídas. Para conseguirlo tendremos en primer lugar que detectar qué factores de riesgo son los que están aumentando esas posibilidades y trabajar en ellos.

Algunos consejos para llevarlo a cabo podrían ser:

  • Cuidar la hipotensión ortoestática (presión arterial baja que se produce cuando te pones de pie tras estar sentado o acostado) y manejo y administración correcta de la medicación.
  • Mantener un cuidado regular de pies.
  • Fomentar una dieta equilibrada que evite una malnutrición (prestando una especial atención a la ingesta proteica).
  • Cuidar el calzado y ropa para que sean apropiados y no motivo de caídas (calzado ligero, con suela antideslizante, huir de los tacones y de pantalones estrechos o que permitan poca movilidad).
  • Aumentar la Vitamina D  a través de exposiciones solares (con precaución), de la dieta o de suplementos alimenticios (siempre bajo prescripción de un facultativo). 
  • Cuando hay problemas de equilibrio valorar el uso de bastón o andador, siempre bajo el consejo de personal especializado que nos oriente sobre su conveniencia y qué modelo se ajusta mejor a nuestras necesidades y características.
  • Aumentar actividad física. Quizá sea  uno de los puntos más importantes debido a que cada vez está más probada la importancia de la realización de ejercicios que potencien la fuerza y la coordinación en la disminución de la fragilidad en el anciano y por lo tanto, en la disminución del riego de caídas.
  • Vigilar la iluminación de la vivienda para evitar reflejos o zonas demasiado oscuras.
  • Potenciar que la vivienda tenga espacios amplios, con pocos obstáculos (eliminar alfombras, muebles auxiliares, floreros, cables, puertas entreabiertas…) y con suelos antideslizantes.
  • La cocina y el baño son las estancias donde más caídas suelen producirse por lo que tendremos que prestar una mayor atención a estas zonas de la vivienda. Eliminaremos alfombras y pegatinas del suelo de la ducha y la presencia de taburetes y banquetas que puedan ser utilizados para subirse encima de ellos. En el caso de poner agarradores, siempre atornillados y fomentar que haya una buena ventilación en estas estancias para que no se forme vapor.

Elena Rodríguez Moya

Terapeuta Ocupacional AFAMSO

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