NO PUEDO MÁS, PERO NO ME DECIDO A PEDIR AYUDA

Muchos cuidadores sienten que han llegado al límite de sus fuerzas, que ya no pueden más con la situación y sin embargo, cuando van a solicitar ayuda se siguen resistiendo.

Ante esta situación, los profesionales y entorno del cuidador lo primero que debemos hacer es normalizar esta contradicción. Es bastante habitual que el cuidador/a que lleva años asumiendo los cuidados de su familiar y que ha adaptado su vida entorno a las necesidad del la persona afectada sienta, de alguna manera, que está fallando si ya no puede asumir los cuidados después de los años acumulados.

La tarea de cuidar en el hogar a una persona afectada de Alzheimer requiere de una serie de cambios en los hábitos del cuidador/a que a la larga, si no se equilibra los tiempos de cuidado y descanso, conllevan al llamado síndrome del cuidador quemado.

Este síndrome provoca en los cuidadores muchos cambios que se irán produciendo a lo largo de los años de forma progresiva. Algunas de las consecuencias de la sobrecarga en los cuidados son  síntomas depresivos, ansiosos, sentimientos de estar desbordados, problemas de sueño, fatiga, culpabilidad y desesperación. Además de los síntomas físicos y emocionales, pueden aparecer también problemas cognitivos debido al estrés continuado que llevan soportando. Estos fallos cognitivos generalmente son bajos niveles de concentración, fallos de memoria y de atención, problemas para buscar soluciones o dificultad para tomar decisiones. Estos problemas que se van desarrollando de manera insidiosa y progresiva a medida que la dependencia de nuestro familiar va aumentando es lo que explica, él porqué muchos cuidadores no son capaces de pedir ayuda aún cuando reconocen necesitarla.

Cuando aparece esta paradoja, la intervención puede ser en varios sentidos:

  • Profesional: Las asociaciones de familiares de enfermos de Alzheimer ofrecen servicios individuales o grupales, a través de grupos de familiares, para dar espacios al cuidador/a para que pueda existir la posibilidad de una ventilación emocional dónde no se juzguen sus sentimientos. Además, se les informa, orienta, acompañándole en el proceso de toma de decisiones para solicitar el recurso más idóneo en cada caso.
  • Entorno familiar: En muchas ocasiones es necesario que otros familiares formen parte de la toma de decisiones y ayuden al cuidador principal a tomar conciencia de la situación y facilitarle los recursos. Los familiares además del apoyo emocional, se puede encarga de las gestiones para ley de dependencia o de la búsqueda activa de los recursos para no añadir dichas tareas al cuidador/a principal.

Cómo dijo Buda: “Al ocuparse de uno mismo, uno se ocupa de los demás. Al ocuparse de los demás, uno se ocupa de sí mismo”

Noelia Catalán

Psicóloga y Terapeuta Ocupacional de AFAMSO

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