Desde el primer momento que a un familiar, o ser querido, se le diagnostica una enfermedad como Alzheimer, o cualquier otro tipo de demencia, sabe que habrá que ir tomando decisiones para poder darles el cariño, atenciones y apoyo que van a necesitar.

Muchas de ellas nos disgustarán, y nos causará sensación de vértigo, ya que todo va a ser nuevo y asusta.

Como cuidadores queremos hacerlo bien, pero ¿cómo se hace eso?, ¿cómo sé qué es lo mejor?

Sabemos que es una enfermedad degenerativa, es decir de forma paulatina la persona irá perdiendo capacidades; no afectará solo a la memoria, también afectará a la orientación, lenguaje, capacidades funcionales, razonamiento, carácter y forma de ser…

Primero, y más importante INFORMARSE.

Saber en qué estadio de la enfermedad está mi ser querido, porque en función ello las necesidades del afectado serán unas u otras. También de qué ayudas sociosanitarias existen en mi entorno, ley de dependencia, asociaciones, centros especializados…

Será muy importante VALORAR.

Tener muy en cuenta valorar qué recursos tenemos nosotros, y nuestro entorno más cercano o familiar: tiempo para dedicarle, posibilidades económicas, ayudas externas cercanas, capacidades personales, implicación personal…

Es primordial AJUSTARNOS.

Los pasos a ir dando irán en función de las necesidades, tanto del afectado como de nosotros mismos como cuidadores principales.

No se nos olvide que un cuidador sobrecargado será un mal cuidador, por lo que también nosotros contamos en esa toma de decisiones, y somos importantes a tenernos en cuenta, a nivel físico, emocional, relacional, de ocio…

Por ello será importante EQUILIBRAR.

Quizás es el punto más complicado, ya que se mezclan situaciones y sentimientos encontrados entre lo que nuestra familiar quiere, necesita y/o le viene bien. Pero querer, necesitar y venir bien no tiene por qué ser lo mismo. Muchas veces pueden querer una cosa, pero sabemos que no les viene bien. Necesitar otra, pero no quererla. Por lo que nos ponemos en una situación complicada de ajustar.

Por ello en muchas ocasiones tenemos que REVALORAR.

Tener en cuenta que ninguna decisión que tomemos será inamovible. Puede que consideremos el momento de contratar una persona en casa para ayudarnos (comidas, limpieza, aseo, acompañamiento…). O decidimos que lo mejor es llevarla a un centro de día o residencia por ser los recursos que más se ajustan a las necesidades de nuestro familiar. Son decisiones que nos asustan y, pueden incluso, hacernos sentir culpables. No lo somos.

La mejor decisión es aquella que medie entre lo que nuestro familiar necesite, le haga sentir bien, establezca una rutina adecuada a su deterioro, y logre que se sienta a gusto en el entorno en el que se encuentra.

Pero es importante tener en cuenta que, si esa decisión tomada con la experiencia o paso del tiempo no se adecua, por muy diversos motivos; podemos revalorar y tomar otra opción que nos parezca más adecuada.

Finalizar comentando que NO HAY UNA DECISIÓN PERFECTA.

Como cuidadores queremos lo mejor, y esa toma de decisiones nos pone en una situación compleja. No existe la decisión perfecta, sino la opción que más se adecua a todo lo comentado con anterioridad.

Así, la opción más viable será aquella que se ajuste lo más posible entre la realidad, que se nos impone, con el bienestar de nuestro ser querido.

Por si os ayuda, os dejo algunas reflexiones de personas ilustres que iluminen un poco el camino.

• Si tienes dificultades en tomar una decisión, escoge el menor entre dos males.

Rajneesh (1931- 1990) político indio

• Toma decisiones desde el corazón y usa tu cabeza para hacer que funcionen.

Sir Girad (1923– 2015 Filósofo francés 

• El hombre que pretende verlo todo con claridad antes de decidir nunca decide.

Henry F. Amiel (1821-1881) Escritor suizo.

• También las indecisiones se toman, también dejar de hacer es una forma de hacer.

Carmen Martín Gaite (1925-2000) Novelista española

Silvia Corbacho Culebras

     Psicóloga de AFAMSO