Desde AFAMSO siempre hemos luchado por cuidar tanto de los afectados que padecen Alzheimer, u otro tipo de demencia, como de sus familiares y cuidadores principales que son clave en la marcha y evolución de la misma.
Y en este mes, donde el 5 de noviembre “Día Internacional de las personas cuidadoras”, se conmemora y sensibiliza en la labor de millones cuidadores de personas que sufren cualquier tipo de discapacidad y/o dependencia no se me ocurre mejor momento para ello.
Con este artículo mi intención es dar unas pequeñas directrices sobre aspectos emocionales que pueden ayudar a esos cuidadores a manejar, y a manejarse, mejor emocionalmente hablando.
La palabra clave es INTELIGENCIA EMOCIONAL.
La inteligencia emocional es un concepto que se refiere a la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones, así como las de los demás.
En el contexto las personas cuidadoras de enfermos de Alzheimer y otras demencias, la inteligencia emocional juega un papel central ya que si aprendemos y conocemos y valoramos qué les pasa a nivel, no solo cognitivo (fallos de memoria, lenguaje, comprensión, razonamiento…), sino también somos capaces de dar un paso más allá y desarrollamos una serie de habilidades más emocionales, comprenderemos qué les pasa a nivel emocional, gestionando de forma más adaptativa nuestra propia inteligencia emocional. Convirtiéndola en una herramienta esencial para mejorar la calidad del cuidado, y el bienestar de los cuidadores.
EMPATIA y COMPRENSIÓN
Ser capaces de ponernos en el lugar del enfermo y comprender su situación; sea esta la que sea, en el momento de enfermedad que se esté desarrollando, mejorará la relación entre ambos; generando un cuidado más compasivo, comprensivo y adaptado a las necesidades individuales de la persona afectada.
MANEJO DEL ESTRÉS y ANSIEDAD
Las personas que cuidan a menudo se enfrentan a altos niveles de estrés y ansiedad debido a la naturaleza desafiante de la enfermedad. Reconocer nuestras propias emociones, aprender a delegar, practicar técnicas de relajación, sacar tiempo para el ocio… puede prevenir el agotamiento emocional y físico. Dejando a esas emociones tan nefastas y desagradables en unos niveles más manejables.
COMUNICACIÓN EFECTIVA
Los cuidadores con una mayor inteligencia emocional son más capaces de comunicarse de manera efectiva con los pacientes; adaptando su estilo de comunicación a las necesidades del enfermo. Esto incluye el uso de un lenguaje claro y directo sin ser imperativo (de orden y mandato), saber interpretar y manejar señales no verbales (gestos, tono de voz, manejo de cuerpo, miradas…). Una comunicación efectiva puede reducir la frustración de ambos, generando una interacción y relación de mayor calidad.
RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
La inteligencia emocional dota a las personas que cuidan a manejar situaciones difíciles y conflictos que pueden surgir en el cuidado diario. Al ser conscientes de sus propias emociones y de las de los demás pueden ser capaces de abordar de forma más constructiva y eficaz las problemáticas que surjan, tener la mente más abierta y flexibilidad mental, y a encontrar soluciones que beneficien a ambos.
AUTOCUIDADO
Los cuidadores a menudo descuidan su propio bienestar y salud en favor del cuidado del enfermo. La inteligencia emocional ayuda a reconocer las señales y la importancia del autocuidado, a establecer límites saludables, ser asertivos y expresar necesidades propias, ser proactivos en la búsqueda de momentos de bienestar a corto plazo… No sentirse culpables por ello, sino ser conscientes que una persona que cuida y lo hace sobrecargado y/o con una descuidada salud física y mental, aunque quiera no será un buen cuidador. Cuidarse para cuidar.
APOYO SOCIAL
Los cuidadores con mayor inteligencia emocional son más propensos no solo a buscar, sino también a aceptar, la ayuda de amigos, familiares, grupos de apoyo… Es importante sentir que no se está solo, saber delegar en los demás, compartir experiencias y sentimientos. Ello dota de herramientas y recursos adicionales para enfrentar los desafíos del cuidado.
Así, desarrollando y manejando estas habilidades emocionales las personas que cuidan no solo mejorarán la calidad del cuidado, garantizando un entorno de cuidado que promueva la dignidad y el respeto que brindan a sus seres queridos; sino que también contribuirán a su propio bienestar emocional y mental. Enfrenándose, de la mejor manera posible, a los desafíos que implica esta compleja y desgastante labor.
Mi más sincero reconocimiento y admiración a todos ellos.
Silvia Corbacho Culebras
Psicóloga de AFAMSO